4 PAISES

6 FRONTERAS

7 VACUNAS

17 DÍAS

820 LITROS DE GASOIL

9.100 KM

UN MONTON DE NUEVOS AMIGOS

Y UN MILLÓN DE ANECDOTAS Y EXPERIENCIAS

CAMISETAS DE LA EXPEDICION TAMBACOUNDA 2015

 EL VIAJE DE IDA Y VUELTA7000 KILÓMETROS

Senegal se encuentra a más de tres mil kilómetros de nuestro país. 

Parar llegar es necesaria una  buena logística e intendencia. Durante meses nos dedicamos a preparar el presupuesto, los visados, actualizar nuestra cartilla de  vacunación, estudiar mapas, preparar los vehículos, etc.

Las fechas de nuestra expedición deberían acomodarse a la época seca, porque la movilidad  en algunas zonas de la época húmeda es muy complicada.

A finales de abril nos pusimos en marcha, empleando tres días y medio en atravesar nuestro país, Marruecos y Mauritania. Largas jornadas de conducción sin más incidentes que la persecución implacable de los radares marroquíes y los magníficos  paisajes que ofrece la costa del Sahara occidental  y la dureza del desierto mauritano.

Mención aparte merece el paso fronterizo entre Marruecos y Mauritania, que implica atravesar tres kilómetros de tierra de nadie, donde se amontonan desguaces de vehículos y electrodomésticos de todo tipo y una burocracia mauritana capaz de desesperar al más paciente de los mortales. 

1º DIA: DIEMA (Mauritania)-DAHRA (Senegal)

Antes de entrar en Senegal, acampamos en el puesto de la Gendarmería de la  una aldea mauritana  situada a menos de cincuenta kilómetros de la frontera.

Al amanecer levantamos el campamento y nos adentramos en el parque natural que nos conduce al paso fronterizo de Diema. Pasamos previamente por un puesta militar y por el control de acceso al citado parque, donde tomamos contacto con la fauna salvaje, destacando los Facocheros y los Pelicanos.

Cruzamos el rio Senegal por una presa que pagamos dos veces, a la entrada para Mauritania y al final para Senegal. Los trámites de salida de Mauritania son rápidos y sencillos, pero nos advierten que no podemos entrar por este paso en sentido inverso.

La entrada de personas en Senegal no plantea problemas, pero el paso de los vehículos es imposible, después de liarla nos indican que hay una forma, que pasa por dejar nuestros vehículos en la frontera, coger un taxi y desplazarnos a San Louis y tramitar una importación temporal de los vehículos. Una ciudad singular donde áfrica nos muestra su cara más dura, fiel reflejo de lo cuesta afrontar el día a día.

En definitiva pasta de por medio y más de cuatro horas perdidas. Aprovechamos para cambiar dinero y ampliar el seguro de los coches que realizamos en Mauritania. Con toda la documentación en regla empezamos rodar libremente por Senegal y ponemos rumbo a Dahra, último punto de reabastecimiento en cuatro días.

Pan, agua, fruta y gasoil, además de una silla para Fran que rompió la suya  hace un par días.

Queda poco más que una hora de luz, y aprovechamos para alejarnos del bullicio del pueblo. Avanzamos por pistas de arena jalonadas por acacias y acampamos bajo la luz  de la  luna. Un mágnifico lugar para celebrar mi 57 cumplaños.

2º DIA: DAHRA-ACAMPADA

Vivimos con el sol, acampamos al atardecer, nos acostamos poco después de anochecer y nos levantamos cuando  el sol asoma en el horizonte,

Recogemos el campamento con rapidez, pero dedicamos su tiempo al desayuno, disfrutando de nuestra estancia en África. Divisamos los primeros Bahobas, extraordinarios árboles que por su tamaño y porte no pasan desapercibidos, ni tampoco los descomunales hormigueros que encontramos en nuestro recorrido.

Nos detenemos en una pequeña aldea, la acogida es espectacular,  compartimos algunas golosinas con los niños, mientras que las mujeres nos enseñan sus cabañas. Mientras tanto los hombres cuidan de los rebaños de  cabras y vacas, su fuente de alimentación y riqueza. Como compensación por las galletas y demás que les damos nos ofrecen tres huevos de  gallina que recogen en el momento, declinamos su ofrecimiento, incapaces de privar a estas gentes de unos alimentos que no les sobran.

Continuamos la marcha pasando por varias aldeas y nos detenemos en un mercado de ganado, donde se puede intercambiar todo tipo de utensilios, ropa, calzado, comida y un sinfín de cosas más. Un marco incomparable donde compartir su día a día, que en el fondo no difiere del nuestro, pero eso sí, a un ritmo mucho más pausado.

A las doce, la hora del Ángelus, hacemos una parada de mesa y silla, y dedicamos un tiempo comer, descansar y comentar los momentos vividos.

Las pistas y caminos poco a poco han ido desapareciendo y en su lugar  rodamos por senderos con tres trazas, realizados por las pezuñas de los tríos de pequeños burros que tiran del único medio de transporte que vemos en kilómetros y kilómetros. La vegetación nos cierra el paso en muchas zonas y los golpes de las ramas nos obligan a limitar la velocidad.

El sol se esconde y acampamos cerca de un  gran Baobab, Ana dicen que aportan energía positiva. No sé  si será verdad, pero descansamos de maravilla.

Ya de noche recibimos la visita de varios grupos de habitantes locales que caminan al lado de sus carros cargados con todo tipo de mercancías, de regreso a sus aldeas. La comunicación es complicada dado que tan solo hablan lenguas locales que obviamente desconocemos.

3º DIA: ACAMPADA-DIENOUN DIALA

El día llega cargado de nuevas experiencias. La primera en una pequeña aldea. No sé muy bien cómo empezó todo, pero terminamos bailando al son de un Tan Tan improvisado con una palangana. Creo que no olvidarán el día en que un grupo de blancos estuvieron cantando, riendo  y bailando con ellos. Nosotros seguro que no.

A medida que avanzamos hacia el sur, los Baobabs son más grandes, la vegetación es más densa y el calor es más intenso si cabe. El termómetro marca normalmente  43 o 44 grados y en algunos instantes flirtea con los 45º.

Nuestra siguiente parada tiene lugar en una aldea que tiene un par de tenderetes a modo de tiendas y en las que descubrimos un bote de plástico con caramelos.

Compramos pan y mangos, y el bote de golosinas, regateando el precio como si la vida nos fuera en ello. Cuando el tendero renuncia a la venta, aceptamos el precio. Por entonces nos rodea toda la aldea que no puede dejar pasar la novedad.

En medio de tanta expectación repartimos los caramelos entre los niños que nos miran atónitos sin entender muy bien de que va aquello. Iniciamos la marcha entre el reconocimiento de los mayores y el buen sabor de boca que nos producen los momentos vividos.

La navegación en ocasiones se complica, no hay caminos y los senderos de los burros no siempre están definidos, retrasando el ritmo que necesitamos llevar para realizar el recorrido previsto.

Al atardecer los animales regresan de pastar a los pozos guiados por el ansia de  beber. En torno a ellos los nativos extraen el preciado líquido tirando con el consabido trio de burros. Pero siempre hay una excepción y nos paramos en un pequeño pozo, en que el esfuerzo lo realizan los propios habitantes del lugar, sumándonos a la tarea entre el asombro y las risas de los mismos.

La jornada todavía nos guardaba otra singular experiencia. Poco antes de acampar encontramos un trabajador al cargo de dos carboneras, hogueras de leña cubiertas de tierra que arden con poco oxígeno, transformando la madera en carbón vegetal. A más de 40 grados y trabajando en este entorno, peor imposible.

El mejor momento de la noche fue sin duda la ducha, el calor del día ha sido tremendo, y su efecto relajante nos ayuda a descansar.

4º DIA: EL PARQUE DE NIOKOLO KOBO

Realizamos las diligencias administrativas  de entrada, no sin ciertos problemas. Además del guía oficial que nos acompañara dos días, también se incorpora una polaca que viaja sola por áfrica. Dedicamos la mañana a ver todo tipo animales salvajes: facocheros, antílopes, mangostas, ardillas, búfalos africanos y todo tipo de aves.

Con el sol en lo más alto nos detenemos en lo que fue el hotel de Simenti, y que hoy día están rehabilitando.

Desde el mirador pudimos observar varios grupos de monos y unos agresivos Mandriles, cuyo  mayor tamaño y dentadura aconseja mantener las distancias.

Asombrados vemos un helicóptero biplaza que el día anterior cayo en el río Gambia, sin que hubiera que lamentar desgracias.

Con el calor los animales se refugian en la espesura y ralentizan su actividad. Nosotros hacemos lo mismo y nos dirigimos al campamento donde pasaremos la noche. Cuando llegamos descubrimos que dispone de nevera de gas, electricidad no hay, si bien dispone de un panel solar que nos permitió cenar.

Pasamos la tarde bañándonos en una charca que se forma en esta época y que no tiene conexión con el rio.

Al atardecer nos montamos en una barca metálica que nos llevó con la protección de un militar por un lago natural que se forma en el rio Gambia. Durante el recorrido pudimos observar un gran número de cocodrilos  y los grandes protagonistas del parque junto con los búfalos, los hipopótamos. Un animal muy agresivo que supera las dos toneladas de peso y que es el principal responsable de muertes provocas por fauna salvaje en el continente africano. Un broche de oro para una  jornada que termino con un segundo baño en la charca del campamento y la tradicional cena de albóndigas con patatas fritas. Todo un clásico de nuestras expediciones.

5º DIA: NIOKOLO KOBO-KENDOGOU

La jornada comenzó con un sobresalto producido por un mono que no tuvo ningún miramiento para introducirse en el Toyota, revolver todo lo que le dio tiempo y llevarse un par de manzanas.

La primera parada del día nos permitió  ver una pantera que mantienen en cautividad los vigilantes del parque. De otra forma son imposibles de ver, si bien por la noche paso una por el campamento donde nos encontramos, tal y como nos comentó el guía, cuando le preguntamos porque en un momento dado de la misma los monos se pusieran a gritar y zarandear los arboles como locos.

Continuamos la jornada por la parte sur del parque, una vez cruzado el río por un paso que combina pequeños puentes de madera y montones de piedra.

Después de más de ciento cincuenta kilómetros a través de una vegetación cada vez más verde y pasar varios controles del parque y policiales llegamos a Kendogou, donde se quedaron nuestros dos pasajeros extras y donde pudimos por fin repostar gasoil, pan, fruta y agua, además de llamar por teléfono y beber unas bebidas frías. También intentamos comprar una batería para el Suzuki, que  lleva varios días teniendo que arrancar con ayuda externa, pero no fue posible.

Antes de anochecer recuperamos la pista para buscar un lugar donde acampar y una vez más la ducha fue la protagonista, al menos hasta que llegó el momento de cenar unas magníficas lentejas  a la riojana, a 38º.  

6º DIA: DINDEFELO-BASSARI-TAMBACOUNDA

La cascada de Dindefelo fue el primer objetivo del día, después de una caminata de un par de kilómetros, inmersos en una exuberante vegetación llegamos a nuestro destino. La vista del agua cayendo de tan considerable altura, el baño que nos metimos y el alboroto de los monos será difícil de olvidar. Al regresar a la aldea nos encontramos con un grupo de mujeres lavando ropa en el riachuelo que genera la cascada.

Al llegar a donde dejamos los coches nos fijamos en una mujer blanca y nos dirigimos a  ella, se trataba de   Aina, una española que acababa de llegar para tomar parte en un programa de estudio y concienciación de la población local  a cerca de los beneficios de los chimpancés que habitan en su entorno. 

El mercado de la aldea es nuestra siguiente parada. Inmersos en un  trasiego de personas y mercancías, compartimos el día  a  día con los habitantes locales.

Nos dirigimos a la aldea de Segou, para realizar una caminata  por el cauce de un rio que transcurre entre exuberante vegetación. Es la época seca y el cauce si bien es permanente, no es más que un reguero, sin embargo las charcas constituyen la tónica dominante y con los más de 40º que hace, darse un baño  es inevitable e imprescindible para evitar un golpe de calor.

Continuamos nuestra ruta por las clásicas pistas africanas de tierra roja, bien asentadas y de firme en buen estado. Nuestro destino el país Bassari, conjunto de aldeas que viven al margen del mínimo desarrollo que podemos encontrar en las aldeas de la zona. Las chozas de barro y paja, sus utensilios, sus  herramientas y sus labores cotidianas nos cautivan al mismo tiempo que nos seducen sus gentes con sus sonrisas y comentarios. Que por supuesto no entendemos en absoluto. Para acceder a la aldea hay que realizar una pequeña ruta andando en subida, a través de un camino entre rocas que con los 44º que hace merma nuestras fuerzas, pero la visita a la aldea recompensa con creces el esfuerzo.

El resto de la jornada nos lleva a Kendogou por pistas, y a continuación  iniciamos el viaje de regreso por una carretera llena de descomunales baches y sin prácticamente tráfico. Circulamos por la noche unas horas, pero pasado Tambacounda, capital de la región donde hemos pasado la mayor parte de nuestro viaje, acampamos para descansar y pasar la noche.

7º DIA: TAMBACOUNDA-LAGO ROSA-PLAYA

Iniciamos el día con más de 400 kilómetros de asfalto con destino a Dakar, el trafico poco a poco más denso ralentiza la circulación, pero a cambio podemos disfrutar del bullicio de los pueblos que atravesamos. En vez de entrar a la capital, donde la circulación es un atasco permanente, cambiamos el rumbo y por pistas y caminos nos dirigimos al lago Rosa, icono final del mítico rally Paris-Dakar. El color rosado de sus aguas se debe a los microorganismos que viven en ellas. Su principal atractivo es el rudo trabajo de extracción de sal que desarrollan un buen número de hombres y mujeres. Recuerdos del pasado glorioso que por un día al año llenaba de gentes sus orillas para presenciar la entrega de premios del  rally, quedan viejos camiones y vehículos 4x4 que se afanan en seguir transportando turistas.                  

Nuestro próximo objetivo es la playa, por delante realizamos un buen número de kilómetros en completa soledad. Hasta que llegamos a un pueblo con un sinfín de barcas que nos cortan el paso, obligándonos  a circular por sus caóticas calles, abarrotadas de  gentes, carros y algún que otro vehículo a motor, para poder recuperar la playa.

El sol que ya ha empezado a descender, aconseja buscar un sitio para acampar, que encontramos en la espesa vegetación que  bordea la playa. Pero antes nos damos un baño en el salvaje Atlántico con el agua a 25º, difícil de olvidar. Nos secamos entre los comentarios propios de la jornada y carreras detrás de la multitud de cangrejos que  salen y se esconden en la arena.

8ª DIA: PLAYA-ROSSO-NOUACHOT

Por la mañana más playa, aunque la marea está muy alta y termina por obligarnos a esperar a que baje o salir. Como tenemos muchos kilómetros por delante y tenemos que abandonar el país si o si, porque se nos termina el tiempo de validez del documento de importación de los vehículos. Optamos por la segunda opción. De nuevo en carretera y rumbo a Rosso, paso fronterizo que no olvidaremos nunca. Pasamos un control de aduanas y los trámites policiales muy rápido, gracias a un policía que tiene a su mujer e hijo viviendo en Zaragoza.

A partir de este momento y hasta pasar la aduana Maurita  todo cambia. Sobre nosotros se abalanzan un sinfín de buscavidas que quieren mediar en los tramites que nos faltan, cambiar dinero o simplemente que se lo demos, como si fuéramos un banco o una ONG. Embarcamos  en el ferry y continúan como la misma tónica, terminamos utilizando modos digamos enérgicos para quitárnoslos de encima, que conseguimos a medias. En el lado Mauritano, las cosas van peor si cabe. Los tramites policiales se resuelven rápido, pero el tema de los coches es otra cuestión, que terminamos lo mejor que podemos después de tres horas de discusiones, regateos y tensiones. Todavía que una hora de sol y nos ponemos en marcha.

Acampamos a unos veinte  kilómetros antes de llegar a Nouachot, no hace calor y se nota la humedad de la proximidad al mar.

Reiniciada la marcha nada más entrar en la capital Mauritana, repostamos, compramos pan y nos dirigimos a la playa. De nuevo la marea esta alta y aunque somos conscientes que no podremos realizar todo el tramo  previsto sin esperar a que baje, tiempo que no tenemos, decidimos hacer lo que se pueda. Conseguimos realizar más de treinta kilómetros y lo más importante, darnos un baño de los que hacen época.  Lo peor del día no fueron los dos o tres atascos que tuvimos en la complicada arena de la playa, sino el susto que nos metió un militar que nos dio el alto apuntándonos con su fusil, tirándose por una duna y con la cara envuelta con el típico turbante tuareg.  Un minuto después, que nos pareció eterno llegaron otros dos militares más, con una actitud mucho más pacífica. Nos hicieron esperar hasta que vino un superior y continuamos sin más.

El resto de la jornada se desarrolló por carretera, bajo un calor abrasador y una soledad absoluta. Como la frontera cierra a las seis de la tarde decidimos acampar a unos cincuenta kilómetros de la misma. Y aunque ya no hacia tanto calor, gracias al efecto del mar, el viento y la arena nos dejaron una noche muy incómoda.

Nos levantamos temprano para pasar la frontera antes de que se formen aglomeraciones. En algo más de  cuatro horas ya estábamos rodando por Marruecos, donde llenamos nuestros vacíos depósitos a precio saharaui.

A partir de aquí largas jornadas de conducción con destino Tánger y regreso a nuestro país.

En nuestra memoria queda una gran expedición, inolvidables recuerdos de sus gentes, fauna y modo de vida. Es el resumen de nuestro primer contacto con el áfrica negra.         

"Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario bajo, frío agudo, largos meses en la más completa oscuridad, peligro constante, y escasas posibilidades de regresar con vida. Honores y reconocimiento en caso de éxito."

Sr. E. Shackleton

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